martes, 4 de enero de 2011

El Sauce


    Esta historia ocurrió en Lucknow, India. En una época de tranquilidad y paz en el siglo XVI. Anil Mahan, era un muchacho del pueblo, joven y guapo, con piel muy oscura, ojos rasgados, oscuros y profundos y no muy musculoso, pero con mucha fuerza. Solía llevar puesto un turbante en la cabeza y una kasaka, que eres lo que se llevaba en aquel momento. No hace falta comentar que era un Don Juan, sin embargo no le interesaba ninguna mujer, aunque todas las pretendientas le habían echado el ojo, y no por su riqueza, ya que no era muy rico, pero tampoco pobre. Uno de sus muchos hobbies, era ir a cazar por la mañana, después de saludar y rezar al Sol. Un día estaba escondido detrás de unos arbustos intentando encontrar alguna presa. Era primavera, y el paisaje que ofrecía su entorno era espectacular, frondoso y verde, desprendiendo un aroma que ningún otro placer podía superar. Como no divisaba presa alguna, decidió salir de su escondite para disfrutar del paisaje, y observó algo que nunca había visto antes, un sauce, el único en kilómetros a la redonda. Era un sauce enrome y bello desde las raíces que no se veían, hasta la copa del árbol que buscaba cada gota de luz solar y que parecía tocar el cielo, inspiraba pasión y juventud, con un tronco negro y verdes largas hojas que caían de sus ramas. Anil se quedó maravillado, pero después de estar contemplándolo, siguió con su caza. Llegó a casa con un majestuoso ciervo para comer, que su madre le cocino con mucho gusto. Después de tan apetitosa comida, se dirigió hacia el templo para rezar, u una vez dentro, algo llamó su atención, una chica joven y hermosa, de piel morena y pelo largo y negro como la noche, y sus ojos penetrantes como dos estrellas en el nocturno y oscuro cielo. Llevaba puesto un sari verde como la hierba o como hojas recién nacidas, se llamaba Sarika Malhotra. Anil nunca había visto tal belleza, por lo que no se pudo resistir a presentarse. Los dos empezaron a conocerse, hablaban, paseaban, reían, y una cosa llevó a la otra que fueron conducidos por el amor y se acostaron. Esta relación debía mantenerse en secreto, ya que estaba mal visto que dos jóvenes salieran juntos sin el consentimiento de los padres. Esa noche, mientras uno se maravillaba de la bellaza del otro, Anil le hizo un regalo, un brazalete dorado con forma de serpiente, para mostrar su amor y a cambio el corazón incondicional de Sarika. Al día siguiente, Anil se despertó acompañado por el Sol, pero Sarika no estaba con él. Muy preocupado  salió corriendo a buscarla, pero no la encontró en todo el día, ni al día siguiente, ni al siguiente… Anil cayó en una profunda tristeza. Después de un año sin saber nada de ella, volvió a su rutina de cazar por la mañana y, mientras perseguía a su presa, de pronto se paró en seco. Encontró el viejo sauce, tan hermoso como siempre, pero algo brillaba en una de las ramas con el sol y resplandecía cada vez más ante sus ojos. Ante la curiosidad, trepó  hasta la rama para averiguar que era, un brazalete dorado con forma de serpiente. Atónito por lo que veía cayó del árbol y cuando de levantó dolorido, vio otra sorpresa, dibujado en el tronco, había un corazón con los nombres de Anil y Sarika dentro. Desconcertado ante esta “casualidad”, volvió a casa para descansar, pero luego comprendió que lo que había visto no era fruto de su imaginación, así que decidió informarse de aquella chica, pero por mucho que preguntase a la gente del poblado, nadie supo contestarle, incluso lo habían tomado por loco, hasta que por fin, el vecino mas viejo del poblado le explicó la historia de Sarika Malhotra.
-         “Anil, Sarika Malhotra era una joven de hermosa belleza, pero debido a su prematura muerte no conoció el amor. Sus padres la incineraron, pero no tiraron sus cenizas al río, las enterraron y ahí mismo empezó a crecer un árbol, que hoy día es ese hermoso sauce.”- Explicó el anciano con voz temblorosa.
-         “¿Pero eso ha debido pasar hace poco no? Porque yo conocí a Sarika ya hace un año.” - Replicó Anil, sin entender la historia.
-         “Muchacho”- dijo el anciano – “Sarika Malhotra murió hace más de 60 años.”