Había
una vez, hace mucho tiempo, en este mismo sitio donde nos encontramos, un
reino, el más grande y poderoso de los reinos que existían, que era gobernado
por un rey bondadoso y justo. Nuestro rey estaba casado con una mujer muy
hermosa de la que estaba profundamente enamorado. Este reino había soportado
grandes crisis y guerras, pero siempre siguieron adelante gracias a la
sabiduría y astucia del rey y el apoyo que le daba la reina. Llegó un momento
en el que los reyes decidieron que querían tener niños, y al poco tiempo la
reina se quedó embarazada y nació su hermosa hija, la llamaron Griselda y el pueblo
la llamo la princesa Griselda la pacífica, puesto que había nacido en tiempo de
paz. Como regalo por su nacimiento, los sirvientes regalaron a la princesa en
presencia de los reyes, un collar con el retrato de su madre y su padre.
Nuestra
querida princesa, creció con alegría y amor. Ella era una niña muy amable y
buena, trataba a todos sus sirvientes con respeto y cariño y siempre intentaba
ayudar a los más necesitados. Ella nunca se separaba de su collar, cuando sus
padres tenían que salir de viaje o cuando estaba triste le gustaba contemplar
sus retratos del collar para sentirse mejor más fuerte.
Cuando
ya tenía edad sus padres contrataron a un profesor para que le diese clases de
matemáticas, historia, lengua y muchas otras lecciones que debía aprender. A Griselda
le encantaba sus clases, no solo por lo que aprendía, también por su profesor que
era muy gracioso. Este hombre era completamente distinto a los que la princesa veía
todos los días en el palacio o entre el pueblo, era muy bajito, casi no legaba
a un metro de altura, gordo como una bola con un gorro que le cubría hasta las
orejas, una nariz rechoncha y grande, y una barba muy larga de color gris y picuda.
Se llamaba Grumper.
Cuando
llegó el invierno, el más helado sin dudar de todos los inviernos, la reina
cayó enferma, los médicos no podían hacer nada para salvarla. El palacio se
sumió en un gran silencio y tristeza, la reina iba a morir. Una noche la madre
de Griselda la llamó para hablar con ella:
-
Querida Griselda, ya sabes de mi enfermedad. Solo quiero que sepas que
te quiero con todo mi corazón. Lleva siempre el colgante con nuestros retratos
y siempre estaré contigo.
Griselda
no podía contener las lágrimas, le dio un abrazo a su madre y se fue con el profesor
Grumper que no se separó intentando consolarla. Esa misma noche la reina murió.
Al
día siguiente se realizó el funeral, todos los que asistieron lloraban por la
muerte de la reina, aunque había una persona que no lloraba. Una mujer de pelo
negro y rostro pálido pero de una gran belleza estaba en el funeral, pero no
lloraba. Esta mujer era cruel y despiadada y cando se enteró de la noticia de
que el rey se había quedado sin reina aprovecho la ocasión para conocer al rey
y que este se enamorase de ella. A nadie le gustaba aquella mujer, era extraña
y no trataba bien a la gente, pero ella se mostró gentil con el rey y en un año
el rey acabó casándose con ella. Todo el mundo pensaba que aquella mujer había
embrujado al rey y le había obligado a casarse con ella con ayuda de su
belleza, ni siquiera el profesor le gustaba aquella nueva reina, pero a Griselda
no le dio mucha importancia puesto que veía a su padre de nuevo feliz por tener
una esposa.
Pasaron
los años y Griselda fue creciendo hasta cumplir los 17 años de edad, poseía una
gran belleza y bondad, todo el mundo quería a la princesa, bueno no todos, su
madrastra, que antes no le daba importancia a la princesa, puesto que era una
niña, empezaba a tener celos de ella, parecía cada día que pasaba ella parecía
más vieja y Griselda más bella. Ante esto empezó a maquinar un plan para que la
joven princesa desapareciese.
Una
noche el profesor Grumper que iba a su habitación, vio la puerta de los
aposentos de la reina un poco abierta, había luz dentro asique se asomó con
cuidado y vio a la reina hablando con uno de sus criados:
-
Mañana por la mañana llevaras a la princesa al bosque para que se
entretenga cogiendo flore, y en cuanto estés seguro de que nadie te ve, la
matarás y la enterraras. – y dicho esto la reina le dio al criado una bolsa de
monedas de oro.
Al
ver esto el profesor corrió a avisar al rey, pero luego pensó que este no le
creería, ya que estaba muy emocionado con su nueva esposa, asique fue a la
habitación de la princesa:
-
Princesa, despertar, despertar no tenemos mucho tiempo. – dijo el
profesor mientras preparaba una bolsa con ropa.
-
¿Qué ocurre profesor? – pregunto Griselda.
-
Me temo que por ahora no os lo puedo decir. – dijo Grumper acelerado.
La
princesa no entendía nada, pero confiaba en su maestro y amigo, nunca la traicionaría.
Él la había enseñado todo lo que sabe y la había apoyado en momentos difíciles,
asique no hizo más preguntas, se vistió y siguió a su maestro. Él la llevo por
un pasadizo secreto por el castillo y salieron directamente a los jardines.
Caminaron
mucho alejándose del castillo y del pueblo hasta llegar a una montaña, cerca
había una cueva, en la que entraron. Dentro había luz de una hoguera y seis hombrecillos
sentados alrededor de él. Eran prácticamente igual que el profesor, bajitos,
rechonchos…:
-
Grumper no te esperábamos hermano, ¿qué haces aquí y quién esa joven? –
pregunto uno de los hombrecillos.
-
Es la princesa Griselda, la hija del rey, desgraciadamente, su madrastra
planeaba matarla mañana, asique la he traído para ponerla a salvo. – contesto Grumper.
-
Perdone, profesor ¿quién es esta gente? – pregunto muy interesada Griselda.
-
Son mis hermanos, princesa, somos enanos. – contesto el profesor.
Los
enanos eran criaturas que vivían en estas tierras antes que el reino se formase
del todo, ellos siete eran los últimos de su especie, decidieron quedarse en la
cueva para vivir, porque la gente se había acostumbrado a no creer en ellos y
robaban a los soldados de forma sigilosa para poder comer. Pero les interesaba
lo que pasaba en el palacio para estar informados, asique Grumper se hizo pasar
por un hombre bajito que podía dar clases a la princesa y así poder saber lo
que pasaba directamente en el palacio. Griselda le daba pena que una criatura
tan maravillosa se hubiese extinguido. Los enanos decidieron que la princesa se
podía quedar con ellos puesto que no podía volver a su casa. Ella se encargó de
cocinar y recoger con ayuda de su profesor mientras el resto de los enanos se
iban hacer sus tareas fuera de la cueva.
Y
así, pasaron dos años y la joven era muy hermosa pero había cambiado, puesto
que vivir con unos enanos, no es igual que vivir en un palacio lleno de
sirvientes. Pero fueron unos dos años muy felices para la princesa, porque los
enanos aunque no lo parezca, eran una gran compañía, se trataban de hermanos
unos a otros como si fuese una familia. Todas las noches, Griselda miraba su
collar con los retratos de sus padres, que los echaba de menos todos los días.
Un
día por la mañana, Griselda estaba en la cueva con su maestro esperando la
llegada de los demás, pero se estaban retrasando, hasta que llegó uno de ellos
con una flecha clavada en el hombro. Resulta que aquella mañana se habían
acercado demasiado al pueblo, los soldados los detuvieron, y por decreto de la
reina serían ejecutados al día siguiente. El rey estaba completamente triste
por la pérdida de su hija, que ya no prestaba atención a lo que tenía que
hacer, solo pensaba y se lamentaba por haber perdido a su hija. Desde que ella
desapareció misteriosamente, la reina se encargaba de todo el reino. Había subido
los impuestos, no era justa, era muy cruel y robaba a los más necesitados.
Griselda
no podía permitir aquello, le dijo a su maestro que se quedara con su hermano
en la cueva y que le curase, que ella iba a arreglar todo este asunto. Esa noche
Griselda volvió al palacio, entrando por el pasadizo por el que escapo dos años
antes y fue a los aposentos de su padre para hablar con él, pero unos soldados
la cogieron y la apresaron, afortunadamente el rey pasaba por ese mismo
pasillo:
-
PADRE, PADRE, SOY YO GRISELDA. – grito la joven. El rey se acercó a
ella y le dijo.
-
Mi hija murió hace unos años, tú no te parece a ella. Dijo su padre con
una expresión triste.
-
Padre, soy yo mirad. – y sacó su collar con los retratos. El rey le
cambio la expresión y le dio un abrazo a su hija con todo su corazón.
-
Hija, mi hija, gracias a dios estás conmigo otra vez, ¿por qué te
fuiste. – preguntó el rey entre lágrimas.
Griselda
le contó su historia a su padre y después de haberlo hecho, el rey decidió
encarcelar a la reina y liberar a los enanos. Trajeron a los dos enanos de la
montaña, al profesor y el que estaba herido, que recibió lo mejores
tratamientos para su mejora. El rey decidió recompensar a los enanos haciéndoles
miembros del consejo real, y así continuo el rey gobernando su país sin reina
pero feliz por recuperar a su hija. Unos años después, Griselda se casó con un
joven príncipe del que se enamoró en cuanto se conocieron y todos vivieron
felices.
Cambios en la adaptación:
El regalo que hace que el
rey reconozca a su hija, es un regalo que recibe cuando nace y es un regalo de
los criados que adoran a sus reyes.
Los bandoleros no son
corrientes, son enanos, criaturas que vivían en esa tierra mucho antes.
Uno de los enanos es el
profesor de Griselda.
El rescate de la princesa
se realiza antes de que el súbdito de la reina intente matarla, y se hace en el
palacio.
La reina contrata a un
criado para matar a la princesa.
El padre reconoce a su
hija antes de la ejecución de los enanos.
La orden de que los enanos
sean ejecutados es de la reina y no del rey.
El rey se dice que se casa
de nuevo porque está embrujado.
La princesa no se enamora
de ninguno de los “bandoleros” se enamora mucho después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario